viernes, 18 de agosto de 2017

Vamos a vestir para que Andy Warhol se emocione (allá donde esté)

Los desfiles de moda son puro show. Una puesta en escena que determina y acompaña toda una colección. Desde el bosque encantado del primer desfile de Alta Costura de Maria Grazia Chiuri al frente de Dior, hasta aquel famoso supermercado que Chanel reconstruyó en uno de sus desfiles más sonados. Y, lamentablemente, muchas de las cosas que vemos sobre la pasarela son puro espejismo. Es decir, diseñadas únicamente para la fecha señalada, sin más recorrido que los pasos que da la modelo de ida y vuelta. Pero, en ocasiones, el fashion business oye las plegarias de sus seguidores (o las intuye) y pone a la venta algunos de sus accesorios exclusivos. Y hoy, el lujo y lo exclusivo es disponer de los objetos más mundanos a precio de supermarca. Porque, no es lo mismo llevar unos calcetines de deporte blancos que unos calcetines de deporte blanco (y aquí la diferencia) con la etiqueta de Gucci.
Eran objetos que probablemente nunca necesitó, incluso, hasta es posible que ni siquiera le interesara hasta que oh, maldición, la marca de sus sueños se los ofrece. Y entonces llegar a poseer ese ¿innecesario? ¿superfluo? objeto le quita el sueño. Esta, la de elevar a la categoría de superlujo los objetos más cotidianos es una tendencia al alza que, ya le avisamos, si es melómano sufrirá en sus carnes. En las redes sociales corren ríos de tuits y comentarios cada vez que alguno de estos productos ve la luz (el boomerang de Chanel o el clip de Prada, son algunos ejemplos). Sus detractores sin embargo, no superan a los que esperan cada temporada es pequeño capricho absolutamente hedonista. Aquí algunos ejemplos que demuestran esta corriente.
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LA FAMOSA (Y CONTROVERTIDA) CAMISETA DE MERCHANDISING MÁS CARA DE LA HISTORIA

En el desfile de primavera-verano de 2016 la firma irreverente Vetements con Demna Gvasalia al frente sorprendía a propios y extraños con una camiseta aparentemente ‘intrusa’ entre sus propuestas. Amarilla y con un logo discreto y más que reconocible por todo el mundo: el de la empresa de mensajería DHL se convirtió en el objeto de deseo de la temporada. “La idea surgió por un tema muy recurrente en mi vida. Cada día oía a alguien decir en el estudio: 'El paquete no ha llegado, tenemos que dejar de trabajar con DHL'. Es como si la empresa formase parte de mi vida, así que pensé: "¿por qué no forma parte de uno de nuestros desfiles?", confesaba años después de su aparición el director creativo en una entrevista el Telegraph sobre la idea de incorporar la controvertida camiseta a su colección. Por supuesto, esta prenda se agotó al instante.
Los 230 euros que costaba no disuadieron a los apasionados de la moda que vieron en ella el nuevo icono Pop del año. No sabemos si algo parecido ocurrió con el famoso bolso ‘bolsa-Ikea’ de Balenciaga o si fue producto de una simple coincidencia pero, una vez más, algo tan cotidiano y nada valioso ni deseable se convertía en el boom por el que todo fashionista suspiraba.
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EL SHOPPING BAG IMPOSIBLE DE LLEVAR ‘Y-QUÉ’

Una vez más Balenciaga, experto en crear los bolsos más comentados (y deseados) de la industria repetía la idea de elevar a la categoría de icono la clásica bolsa que una puede adquirir en los bazares chinos. Enormes, de plástico y con estampado de cuadros.
Hasta que en invierno de 2016 apareciera su primera versión, este tipo de bolsa nos había acompañado en mudanzas universitarias y ocupa más de un altillo con mantas u otros objetos olvidados en su interior. Pero entonces Balenciaga la revestía de piel y mantenía su forma y tamaño. Esta primavera la hemos vuelto a ver, de material más liviano y con estampados, sopresa, irresistibles.
Los más agoreros coincidirán en que es poco práctica, incómoda e imposible de llevar pero, ¿a quién le importa? Estas razones nunca han sido un impedimento para los (verdaderos) must de temporada. Por supuesto, no sirve con recuperar la que ya tiene en el trastero. La infinita satisfacción que le dará tener la versión mejorada de superlujo no se puede igualar. Es la magia de la moda.
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LA 'CINTA DE EMBALAJE' PARA LLEVAR SUS ESTILISMOS A OTRA DIMENSIÓN

¿Qué es lo que llevan los modelos ciñendo abrigos y chalecos? ¿Un cinturón? ¿Una cinta de tela estampada? ¿No será una…? En efecto, lo que los asistentes del desfile para hombre de otoño invierno 2017-18 de Raf Simons tenían ante sus ojos no era si no una cinta de embalaje adhesiva con letras como de mudanzas, obras y demás actividades poco sofisticadas. Y sí, la puede encontrar a la venta en el departamento de accesorios de Browns. ¿Su utilidad? A modo de cinturón como propone el propio director creativo en su desfile o cualquier otra que se le ocurra. Imaginación al poder. Su precio, por si se lo pregunta: 183,36 euros.
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EL UNIFORME DE DEPORTE (SIN SER USTED DE ESO) DEFINITIVO


Nunca ha cogido una raqueta, mucho menos corrido más de un kilómetro por el mero placer de observar su pulsómetro subir y sentirse mejor tras el deporte bien realizado pero, de pronto, el uniforme deportivo le llama. O, al menos, alguno de sus elementos.
Es culpa de marcas como Gucci o Chanel que incorporan en sus colecciones complementos de estética sporty. Y no hablamos de sofisticas prendas técninas y futuristas sino de los complementos más prosaicos, esos a los que hasta este momento nadie prestaba atención. Los clásicos calcetines blancos con rayas (90 euros) o la cinta elástica que los tenistas de los años 60lucían con esmero (195 euros) se colarán en el armario de los más melómanos (y no necesariamente deportistas).

EL CLIP DE LA CONTROVERSIA

A principios de verano se montaba un encendido debate alrededor de algo tan sencillo e inocente como un clip. Claro que no era un clip cualquiera sino uno con la palabra Prada grabada en uno de sus laterales. Fue su precio (aproximadamente 163 euros) lo que centraba la perplejidad de la mayoría. Se vendió en Barney’s pero ahora, no lo intente, el clip de sus sueños (diseñado como portabilletes) es imposible de conseguir.